A synopsis of the essay…
In
the accompanying Spanish language essay, Pastor Antonio Cabello defends the use
of sacred images and icons in worship and devotion, through scripture,
patristic writings and Luther. Images are not objects of worship in and of
themselves. Rather, they serve to remind
God’s people of what He has accomplished on their behalf. They are “tools to (help us) comprehend and
live out the spiritual realities” which they reflect. Images and icons of the “Son of God, the
apostles, the saints and the Virgin Mary… are expressions of the incarnation
of the Son of God and of the salvation given to the world.”
Pastor
Cabello notes that this essay was written following an extensive dialogue on
Hispanic faith-life identity. He has observed a kind of iconoclastic practice
in some segments of the Lutheran church, especially among adult converts to
Lutheranism who come to us from fundamentalist backgrounds.
Readers,
please note: due to limitations of time and space, a complete English
translation of this article will appear in the next issue of Let’s Talk.
¿Cuántas
veces como fiel seguidor de Dios ha escuchado estos comentarios por gente de
grupos religiosos?:
“Vamos a destruir esas imágenes, pues son ídolos.
Dios manda a que no nos hagamos imágenes. Vamos a quebrar esas imágenes, pues las imágenes son
prohibidas por la Biblia.”
Algunas
personas que escuchan creen estos com-entarios, destruyen y tiran a la basura
imágenes sagradas que representan a los Santos, a la Virgen Maria, y a Dios.
¿Cuánta
base bíblica tiene la gente que hace esto? Cuando usted lee la Biblia se
encuentra los siguientes pasajes, el texto bíblico de Exodo 20:3-5, “no te
harás imágenes”, adicional a esta, uno se encuentra con textos en los Salmos
que hablan de esto y otros pasajes de la escritura. Pero un texto leido fuera
del contexto es un pretexto para un argu-mento. Cuando uno observa de cerca lo
que ocurre en este pasaje de Exodo 32:1-35, uno entiende que el evento de los diez mandamientos fue dado justo
después que los judíos habían fabricado el becerro de oro y los judios lo
habían adorado como el salvador que los había sacado de la tierra de Egipto.
Esta representación del becerro de oro es una violación del mandamiento de
adorar a Dios de todo corazón. La Biblia es clara.
La adoración sólo debe darse al Dios verdadero.
El
credo judio, llamado la shema, (Deuteronomio 6:4-7) afirma esto. Escucha oh
Israel, tu Dios es uno. Esta pro-hibición de hacer imágenes está directamente
ligada al becerro de oro y a todos los subsiguientes dioses (Babilónicos y
Cananitas), que encontraron los judios con sus vecinos, o los lugares donde
fueron exilados. Alguien podría concluir que esto suma toda la enseñanza de la
Biblia. Pero no es así, existen también
otros textos bíblicos que hablan de cómo Dios mandó a Moises a hacer imágenes
(Exodos 26:1)
Esto
es confuso, pero la norma para leer la escritura es leerla toda y no sólo las
partes que piensan como yo pienso, o como yo quiero que Dios piense. Alguna
gente no lee la total-idad de la Biblia sino la parte que quiere leer. Vamos a comentar dos casos del Antiguo
Testamento que atestigüan el uso de imágenes para la adoración a Dios. La
Iglesia toma en cuenta la totalidad de la escritura.
1.
La serpiente en el desierto (Números 21:9) es un ejemplo donde Dios
se sirvió de la imagen de una serpiente para que la gente proclamara su fe. Al
mirar la serpiente de bronze. La gente con una mirada, confesaba su fe en el
Dios verdadero (Sabiduría 16:7). Encontramos aquí una de las primeras oraciones
sin palabras enfrente de una estatua para salvarse de una calamidad como la
mordedura de la serpiente, afirmando el poder de Dios. Esta imagen fue
preservada como vehículo para contemplar y rezarle a Dios. Pero cuando la gente
comenzó a adorarle, quitándole la gloria a Dios, fué des-truida. De nuevo el
argumento no es la estatua de la serpiente, pues esto fue ordenado por Dios,
sino que la gente dejó de mirar a Dios como el centro. Esta reflexión está
en la Biblia en otros pasajes del
Antiguo Testamento (Duet. 6:4:,13, Salmo 97:7, Deut. 5:7-9, Deut. 12:3, Ex.
34:17)
2.
El arca del pacto,
el tabernáculo, y su sucesor el templo, muestran amplio uso de imágenes. El
arca tenía dos ángeles que cubrían la parte de arriba (Exodo 25:18-22), y
contenían vehículos de la gracia y la
presencia de Dios. La gente ofrecía sus sacrificios y oraciones por su
arrepentimiento en frente del arca. Esta arca tenía los ángeles, las tablas de
la Ley, la vara de Aarón, y los panes que Dios le había dado. La presencia de
Dios estaba en el arca, inclusive gente moría si tocaba el arca sin la santidad
requerida. Dios se sirvió de lo físico para recibir la adoración de su pueblo.
En
el templo no sólo se encuentra el arca del pacto sino también se ven allí aves,
animales y plantas (1ero de Reyes 6:18-35). El templo y el arca son la
representación de la creación de Dios. Habían estatuas de ángeles de cuatro metros y medios de altura por
cuatro metros de ancho (1ero de Reyes 6:23-29). Estos son para ilustrar y
recordar al pueblo de Israel lo que Dios ha hecho.
Encontramos
oportunidades cuando Dios habla con profetas y líderes desde este tabernáculo
(Exodo 25:22) y específicamente desde el arca. Existían también
represen-taciones de oro (Ex. 25:31-40) y de piedra (Josué 4:21-22), que eran
símbolos externos de las promesas de Dios. En conclusión, estas
representaciones físicas muestran las realidades inmateriales y sobrenaturales,
por ejemplo los ángeles.
Citemos
otros casos: existe en el Antiguo Testamento, la práctica de venerar a las personas. Esta práctica no interfiere o
contradice la adoración dada a Dios. La Biblia hace esta distinción. Los hermanos de José se postraron ante él (Genesis
50:18). Jacob se inclina siete veces ante su hermano Esaú (Genesis 33:3).
Abraham honró a los hombres hititas como símbolo de respeto, haciendo
reverencia, no una vez pero dos veces (Génesis 23:7,12). Veneración ante seres
humanos, figuras de autoridad terrenal y de sobre todo la espiritual (Génesis 47:7,13), fueron prácticas comunes
en el Antiguo Testamento, y continuarán en el nuevo pacto.
Podemos
concluir que en el Antiguo Testamento existe una distinción entre adorar y
venerar imágenes dándole la Gloria a Dios, y aquellos que son creados por el hombre para alejar a la gente del Dios
verdadero.
No
exite una prohibición de ir a adorar y rezar en el templo en frente del arca o
mirar a la serpiente de bronze, es más, podríamos decir que el hacerlo
constituía el centro de vida espiritual del pueblo de Dios por eso el empeño de
regresar a Jerusalén y reconstruir el templo para adorar a Dios.
Si
Dios está en todas partes, ¿por qué tanta insistencia en volver al templo, y
recons-truirlo? La Biblia marca este lugar como sagrado. Recordamos que en los Salmos dice, “Mejor es
un día en tu casa que mil fuera de ella. (Salmo 84:10).
Jesús es la imagen del Dios invisible
En
el Nuevo Testamento la encarnación de nuestro Señor en el vientre de la virgen
Maria, trae consigo un cambio total en la relación a la imagen de Dios. En la
Biblia la palabra imagen es usada para referirse a Jesús que
es la imagen del Dios invisible, “Emmanuel” es decir “Dios con nosotros”. Jesús
es la imagen de Dios que los discípulos podían contemplar (San Juan 12:44,45)
. La imagen desfigurada por el pecado es
adquirida por el Hijo de Dios. El que no se podía ver, ahora se puede observar
y palpar. San Juan dice “hemos visto su gloria, gloria del unigenito
Hijo de Dios lleno de gracia y de verdad” (El Evangelio Según San Juan
1:14) Jesús dice: “quien me ha visto a mi, ha visto al Padre”(El
Evangelio según San Juan 14:9).
Los
creyentes participan de la vida de Dios por el bautis-mo en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. La naturaleza del ser humano llega a ser
como la naturaleza del Hijo de Dios divina y humana. Es decir, la luz de Dios
resplan-dece por su gracia en los que participan del misterio de la salvación.
En
palabras del San Juan de Damasco “Es obvio que cuando tú contemplas a Dios
hecho hombre, puedes dibujarlo vestido en forma humana. Cuando el que es
invisible llega a ser visible en la carne, entonces puedes dibujar su imagen.
Cuando el que sin cuerpo, sin forma, inmesurable por la grandeza de su propia
naturaleza, existiendo en la forma de Dios, se vacía y toma la forma de un
siervo en substancia y estatura, se encuentra en un cuerpo de carne, entonces
tu puedes dibujar su imagen y mostrarla a cualquiera deseoso de mirarla” (San
Juan de Damascos, Sobre los Santos Iconos, pagina 18).
El
sacrificio de Jesús en el Calvario es el único sacrificio suficiente para
vencer el pecado, santificarse ante la presencia de Dios y obtener la vida
eterna. La Iglesia primitiva entendió la participación en “el sacrificio insangriento de la misa” como
participación en la victoria de Jesús sobre el pecado (Heb-reos10-11) y en la
vida que el nos dá.
El
sacrificio del Antiguo Testamento en el templo es la antesala de la Iglesia en
el sacrificio de la Misa. De allí que transfirió toda la rica decoración del
templo del Antiguo Testamento, los ritos, el sacrificio, el incienso y el altar
a la iglesia. En las iglesias antiguas de Palestina, Belén, Jerusalén y las
catacumbas los primeros cristianos representaron en pinturas al Hijo de Dios,
los apóstoles, los santos y la Virgen Maria. Estas son expresiones de la
encarnación del Hijo de Dios y de la salvación dada a el mundo. En los libros
del Nuevo Testamento no existe discusión acerca de la representación de la
Divinidad. Se puede asumir que la
costumbre del Antiguo Testamento continua. Se ha encontrado evidencia que la
sina-goga en el tiempo de Jesús, ya poseía una rica ornamentación de
pinturas, al igual que el templo.
Ahora
no estamos ante el antiguo pacto bajo el velo, ahora podemos ver la imagen de
nuestro Salvador y de los que ha salvado. Dios es real tan real que se puede
tocar y con-templar. En el Nuevo Testamento no ocurre discusión acerca de la
representación del Hijo de Dios. La verdad de la encar-nación hace que los
seguidores de Jesús lo representen a él y a los santos que han participado de
su naturaleza divina (1era de Corintios 4:4, colosenses 1:15).
La Santísima Trinidad (Padre,
Hijo y Espíritu Santo), es
la única que debe ser adorada.
La
idea básica sigue siendo que las imágenes son el medio para adorar fisicamente.
Los Santos y la Virgen María son venerados y honrados como participantes de la
naturaleza divina. Desde el principio esta representación física fue una
representación de lo que de una manera espiritual está en los cielos.
El
historiador Eusebio habla de pinturas del Salvador que sobrevivieron desde el
tiempo de los apóstoles, y él testifica de haberlos contemplado. Este se
constituyó en un lugar donde la gente rezaba a Dios, era un recordatorio de la
sanidad de la mujer que tocó el manto de Jesús y fué sanada (Historia de la Iglesia , Eusebio Libro 7, Capítulo
18)
Los Padres de la iglesia hablan….
En
el Séptimo Concilio Ecuménico de la Iglesia, se habló de que estas imágenes son
instrumentos para venerar lo que no se puede ver. Se describió allí la
diferencia entre adoración y veneración. Adoración es sólo dada a Dios.
Veneración, honor, reverencia y afecto a lo creado por Dios, es decir, a los
Santos, y a la Madre de Dios incluyendo personas en autoridad. No se venera o
adora la madera o el hierro, o la materia, pero lo que es representada en ella,
es decir, los grandes actos de salvación.
Estas representaciones artísticas elevan
a los seres humanos para que recuerden su ejemplos y testimonios. De una manera
visual y práctica estas imágenes nos muestran la misericordia de Dios.
La
Iglesia verdadera siempre ha defendido el uso de las imágenes en contra de la
herejía. Primero en la controversia de los Destructores de Icónos o Pinturas
(Controversia Iconoclasta). En palabra de San Juan de Damasco “Así como las
palabras edifican el oido, así también las imágenes estim-ulan los ojos lo que
el libro es para el letrado, la imagen es para el analfabeto. Así como palabras
hablan al oido, así la imagen habla a la vista, nos trae el conocimiento” (San Juan de Damascos, pag.
25)
Leyendo
una interpretación de estos textos bíblicos San Esteban de Bostra dice, “Hacemos
imágenes de los santos para recordar tales personas como Abraham, Isaac, Jacob,
Moises, Elías, Zacarías y el resto de los profetas y santos mártires, quienes
dieron sus vidas a Dios. Cada persona quien mira a estas imágenes recuerda a
estos santos y glorifican al Dios, que
los glorificó. ¿No fué el arca del pacto hecha a mano y el altar, y la silla de
misericordia, y el querubín, y la jarra de oro que tenía el maná, y la mesa, y
el santuario interior, y cada cosa que Dios ordenó para ser puesta en el lugar
santísimo? ,¿No fueron las imágenes de los querubines, imágenes de ángeles,
creados por manos humanas?, ¿Cómo contestas?, ¿Los llamarías ídolos?, ¿Qué les
dirías a Moises y a Israel, quienes se inclinaron a ellos? Adoración es el
signo externo através del cual es dado honor. Nosotros pecadores adoramos a
Dios y le glorificamos con adoración divina, y adoración adecuada. Temblamos
ante él, nuestro Creador y Benefactor. Pero veneramos los ángeles y los siervos
de Dios para darle honor a él, pues ellos son sus criaturas y siervos …” (San
Juan de Damasco, pagina 96)
San
Simón, el Grande dijo, “Quizás algún incrédulo contencioso podría disputar con
nosotros diciendo que veneramos imágenes en nuestras iglesias, y ha de allí
con-cluido que oramos a ídolos sin vida. Lejos sea de nosotros el hacer esto!
Los cristianos vivimos por fe, y Dios no nos engaña, El ha mostrado sus hechos
poderosos en medio de nosotros. Nuestras imágenes no son solamente fotos a
colores, por los cuales recordamos…. Las pinturas son, la visión de lo
invisible, que se hace visible a través de una representación visible, y le
glorificamos a El que se hace presente, pues nosotros no creemos en un Dios
ausente, pero El que es verdaderamente presente: Es lo mismo que los santos, ellos
no cesan de existir, sino que están presentes y ellos viven en Dios…”(San Juan
de Damasco, página 102)
Del
sermón de San Basilio en el Martí Gordius leemos, “la gente se regocija en la
memoria de aquellos que han alcanzado hechos justos. Cuando oyen de tal santidad, ellos son
entusiasmados a imitar celosamente. Pues la historia de los hombre santos,
ilumina el camino de esos quienes siguen el camino de salvación y de nuevo,
glorificamos en primer lugar al Maestro de esos siervos y entonces honramos los
siervos, teniendo en cuenta el testimonio que sabemos ellos han tenido, por
tanto la gente se llena con gozo cuando oyen de tal bondad” (San Juan de
Damasco, pagina 37).
En
el siglo XVI (16) cuando una parte de la Iglesia europea se desvió de la fe
verdadera, vendiendo la salvación por dinero a través de las indulgencias,
algunos trataron de romper imágenes,
como signo de rebeldía contra los vendedores de salvación, entonces el monje
agustino, Dr. Martin Lutero dijo:”…imágenes en memoria y testimonio, tales
como crucifijos e imágenes de santos deben ser toleradas …y no sólo deben ser
toleradas, pero por amor a la memoria y al testimonio deben ser dignas de
alabanza y honor.” (Obras de M.Lutero, Vol 40, página 91)
La
Iglesia no tomó los diez mandamientos y la prohibición de hacer imágenes en el
sentido indiscrimado que muchos hoy en día tratan de hacer ver, cuando dicen:
“destruyan esas imágenes”. Observamos como el pueblo de Dios en el Antiguo
Testamento, el Nuevo Testamento y la historia no tomó la prohibición de hacer
imágenes de esa manera, pero hizo una distinción. Iglesia debe siempre hacer esa distinción.
Podemos mirar como instrumentos de adoración y veneración, las imágenes y fotos
de los santos, no como un fín en sí mísmos pero como herramientas para
comprender y vivir las realidades espiritules e incomprensibles, de tal manera
que Dios sea verdaderamente Emanuel, Dios encarnado entre nosotros.